En la vida, todos enfrentamos momentos en los que nos sentimos incomprendidos o juzgados, situaciones en las que parecemos ser etiquetados como “el malo de la historia”. Sin embargo, es crucial recordar que nuestras acciones, por más cuestionadas que estén, no definen nuestra totalidad como individuos. A menudo, la perspectiva de los demás puede colorear nuestra percepción de nosotros mismos, pero es fundamental entender que no siempre seremos vistos de la misma manera negativa.
El peso de la percepción externa
La forma en que somos percibidos por los otros puede influir significativamente en nuestra autoimagen. Cuando nos catalogan como el antagonista de una narrativa, es fácil caer en la trampa de adoptar ese papel como una verdad absoluta. Nos enfrentamos a la lucha interna de conciliar la imagen que proyectamos con la que deseamos tener. Sin embargo, es esencial recordar que la percepción de los demás no define nuestra valía ni nuestra integridad como seres humanos.